24 dic 2010

El Tunche

- Bienvenido forastero a Santa María, nuestro pueblito es pequeño pero los estamos recibiendo con mucho cariño. La parroquia no tiene comodidades, así que la familia Pérez Vidaurre les va a dar alojamiento y comida. ¿Por cuánto tiempo se van a quedar?
- Gracias Padre. Solo por tres días. Estamos filmando una novela para la televisión y buscamos algunos escenarios. Nos dijeron en Yurimaguas que por esta parte hay unas cascadas muy hermosas.
- ¡Ah! La cascada del diablo. Queda a media jornada, por el norte, pero no van a encontrar quien los acompañe. La gente es muy supersticiosa y creen que por allí pasea el “Tunche”.
- No hay problema Padrecito, ya encontraremos quien nos guíe.
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- Padre, ¿me puede contar qué está pasando? Nadie del pueblo me quiere acompañar a la cascada.
- Ah, hijo, eso tiene su historia. ¿Ves a esa señora que pasa acompañada por un muchachito?
- ¿Con el loquito que va silbando y saltando y que parece ser el chico más feliz de la tierra?
- ¡Ajá!. Su nombre es Jesús y antes no era así, era un niño huraño que se peleaba con todos sus compañeros, era cruel con los animales, no obedecía nunca a su madre (que es madre soltera). Un día Estela, su madre, vino a rogarme que oficiara una “misa de petición” a la Virgen para pedirle que hiciera el milagro de que su hijo cambiara. Asistieron todas sus amigas, que son muchas, y oraron fervorosamente.
- ¿Y sucedió un milagro? ¿no?
- Espera, hijo. Al día siguiente, Jesús discutió con su madre y le pegó, luego se internó en el monte, en dirección a la cascada. Al siguiente día lo encontraron delirando, casi muerto, a la entrada del pueblo. Solo silbaba y silbaba y decía, el Tunche, el Tunche… A duras penas pudieron hacer que cuente lo ocurrido.
“Me metí al en el monte y en la noche empezaron los problemas. Vi una luz, como de una fogata y caminé para allá apartando las ramas y lianas con los brazos y cuando creía haber llegado al lugar vi la luz a unos cincuenta metros a la izquierda. Fui en esa dirección y me di cuenta que no estaba la luz, la busqué y estaba atrás mío. Entonces me asusté de verdad. Me acordé del Tunche, que aparecía a veces como una luz que perseguía a la gente hasta que la alcanzaba y la mataba. Desde entonces estoy escapando, cuando llegó el día no se veía la luz pero escuchaba un silbido que se hacía cada vez más fuerte y el demonio se me acercaba como una nube - Yo, desesperado, cuando me iba a atrapar silbé, porque me acordé que así se lo podía detener. Así he estado corriendo y silbando, escuchando silbar al Tunche y escapando de la nube en forma de calavera que me seguía.”
- Después de contarlo, se desmayo. Su madre lo llevó con todo cariño a su casa, acompañada por los vecinos, y lo lavó y acostó. Recién al día siguiente despertó, sonriente, feliz. Pero ha perdido la razón, no dice ni una palabra, solo sabe silbar. Si le conversas, entiende, pero te contesta silbando, ha perdido la razón.
- ¡Qué terrible! Su madre debió sufrir mucho. Tan joven y demente.
- ¡No, qué va! Su madre es la mujer más feliz de la tierra. Y nosotros también. Jesusito recuperó la inocencia y es querido por todo el pueblo. Es bueno y vive encariñado con su madre. ¡Imagínese! Una semana después los vecinos mandaron celebrar una misa de agradecimiento por el milagro que había obrado el Señor por intermedio de María Santísima.
- Padre, no me va a decir que usted cree en el Tunche.
- (Susurrando) No se lo cuentes a nadie, hijo, pero sí, creo.

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