14 jul 2011

¡Liberen a Jesús!

¡Liberen a Jesús!
Más de cien personas con vinchas o brazaletes amarillos, una vela encendida en la mano, coreaban a voz en cuello: ¡Liberen a Jesús!, ¡Liberen a Jesús!, ¡Liberen a Jesús! Otras, con pancartas o imágenes de un joven estudiante, daban vueltas frente a la iglesia, en el parque municipal.
- Katy, José, reunión en la base en diez minutos. Avisen a los demás.
- A la orden, Malú.
Katy, José y Marilú (Malú para los amigos) se mezclaron con la multitud buscando al resto del comando. Malú, era la enamorada de Jesús, raptado dos días atrás, Katy la hermana y José su enamorado. En la multitud estaban sus compañeros de colegio, parientes y amistades que organizaron esta noche de vela, para concientizar a la ciudad sobre el dolor que ocasionaba este secuestro. Jesús era un joven muy estimado por su buen carácter y alegría: todos estaban profundamente dolidos y preocupados.
Los secuestradores estaban en contacto con los padres a través del correo electrónico de Katy; enviaron un mail con la foto de Jesús, asustado, mostrando la portada de “El Comercio” del día. Amenazaron con matarlo si intervenía la policía. Por medio de ese correo, los padres negociaban su rescate.
- Se reunieron siete amigos, de entre quince a dieciocho años, en el dormitorio de Jesús; la casa estaba vacía, todos estaban en la manifestación. Malú, era una chiquilla valiente y decidida; convenció a sus compañeros que tenían que hacer lo posible para salvar a Jesús, era muy probable que los delincuentes quisieran eliminarlo para evitar ser posteriormente reconocidos y no podían confiar en que la policía lo salve.
- No podemos estar con las manos cruzadas mientras Jeshu está en peligro. No es solo porque sea mi enamorado, sino porque es un compañero de colegio, un pata de la collera y, además, tu hermano, Katy.
- Pero la policía ya está investigando – intervino Jaime – a mí ya me interrogó, y creo que a todos ustedes.
- Sí, pero con las preguntas tontas que me hicieron no creo que puedan avanzar mucho. A pesar de ser su hermana, no me preguntaron sobre sus asuntos personales.
- No seas tonta Katy, las hermanas son las que menos nos conocen.
- ¿Cómo vamos a averiguar si tenía amistades extrañas? Piensen que nadie ha visto como lo raptaban, seguramente algún conocido se lo llevó con engaños. – dijo Jaime.
- Un momento, - preguntó Malú – Katy, ¿han abierto su correo electrónico?
- ¿Cómo vamos a abrirlo, si sólo él conoce su password?
- Yo también, Jeshu me lo dijo, vamos a la compu.
Viky se sentó frente a la computadora y entraron a Internet. Escribió su correo: amigosdeJesus@gmail.com.
- Listo, Malú, dime su password.
- Este…, me da vergüenza.
- No es momento para tonterías, vamos, ¿cuál es?
- Es “Malú te amo”.
- Ya, - Malúteamo – sorry, no entra.
- Todo con minúsculas – opinó Jaime.
- maluteamo – lo siento, tampoco.
- Ustedes son monses chateando, dijo Malú, – así no se escribe “te amo”.
Se sentó a la máquina y escribió: maluTamo. Dio un Enter y empezó a cargar el correo: 59 mensajes.
- Vamos a demorar depurando sus mensajes. Jaime, tu hermano es “tira”, ¿por qué no te averiguas cómo están las investigaciones? Katy, tú y José podrían buscar a Eduardo y conversar con él; es la última persona que lo vio a Jeshu, antes de que desaparezca Jeshu. Carlos, ¿qué tal si buscas en este cuarto, a ver si encontramos algo que nos ayude; Pedro y Lorena ¿por qué no entran al correo de Jeshu y me ayudan revisando sus mensajes de “Recibidos”?, Lorena, por favor, no lean mis mensajes ¿OK?, yo me encargo de los anteriores al secuestro, “Enviados” y “Archivados”. No debemos perder el contacto entre nosotros.
- ¿Por qué no nos damos todos nuestros números de celular?, pidió Lorena, –así podríamos comunicarnos, cuando encontremos algo importante.
- Buena idea, contestó Pedro, –y ¿por qué no escogemos claves para comunicarnos si estamos en peligro? Acuérdense que estamos enfrentándonos a delincuentes.
- ¿Están todos de acuerdo? Todos asintieron, a la vez, se dieron todos sus números de celular y acordaron: Eureka, lo encontré; hablar de pelo, peligro; mencionar mamá, necesito ayuda; ya fue, todo arreglado. Malú se dirigió a todos:
- Mañana es sábado, los espero a todos a tomar desayuno en mi casa, a las 9 ¿OK?
- OK. Nos vidrios, chau, chau…
…………………………………………
- Hola, con todos, gracias por aceptar mi invitación. Antes de desayunar, vamos a pedir a Dios por Jeshu. Tomémonos de las manos.
- Señor, te pido por mi hermano. También que des fortaleza a mis padres que, desde que se perdió, no dejan de llorar…
- Virgen santísima, tú sabes cuánto lo quiero, cuídalo que también es tu hijo, lo pongo bajo tu protección…
- Como el mayor de la collera, te traigo nuestro ruego para que lo encontremos sano y bueno…
- Padre nuestro…
………………………………………..
- Bien, mientras desayunamos, los informes. Katy, Carlos, ¿qué averiguaron?
- Tratamos de hacer que Eduardo recuerde todo de su última conversación. Hablaron de fútbol. Jeshu es hincha del Barcelona y de Messi y Eduardo de Boca y Maradona. Discutieron.
- También Jeshu comentó que había discutido con la cajera.
- No hablaron mucho, Jeshu estaba apurado porque tenía que comprar un regalo.
- ¿Un regalo? ¿Qué cosa, dónde, para quién?
- No lo dijo.
- ¡Alto el fuego! – cortó Jaime - ¿Dónde conversaron?
- En el parque, al costado de la iglesia.
- Ahora está claro, discutió con la cajera de la cooperativa parroquial cuando estaba sacando plata para comprar un regalo. Todo coincide.
- Ya es algo, dijo Malú. – Carlos ¿qué has encontrado?
- He buscado en los armarios, todos los cajones del escritorio, detrás de los cuadros, bajo la cama y solo he encontrado papeles. Esta es una carta de Malú, no creo que quiera que la lea, está que quema. Estos son recibos de la lavandería, nada interesante. Esta es propaganda de una academia de inglés, una escuela de ping - pong, una tienda de mascotas, oferta de guitarras eléctricas, en fin, nada que valga la pena.
- No lo creas, Pedro y Lorena, ¿Qué mensajes interesantes ha recibido?
- Pura paja. Los mensajes que siempre recibimos. Chistes, consejos, mensajes religiosos, noticias escandalosas. Además ofertas de Bonus, propaganda turística, ofertas de guitarras eléctricas. Eso es todo.
- Parece que estaba buscando guitarras eléctricas – dijo Jaime – podría ser un indicio importante, tenemos que investigarlo.
- Bien, Jaime, ¿hablaste con tu hermano?
- Sí, me dijo que no habían descubierto nada. Me recomendó que no nos metamos porque estas bandas son muy peligrosas, que no vacilarán en liquidarnos, si corren peligro por culpa nuestra.
- Eso ya lo sabemos. Ahora informo yo. Estuve toda la noche leyendo los mails pero solo pude revisar la última semana antes de que lo secuestren. Sin embargo hay uno que parece interesante: una oferta de dos cachorritos Yorkshire Terrier. Les voy a decir porqué. Voy a contarles como nos enamoramos.
- Mi hermano me contó que tú le pegaste cuando se te declaró. ¿Es cierto?, ¿Por qué?
- Bien, les contaré.
…………………………………………………………………….
- Ustedes saben que éramos desde hace tiempo muy amigos, yo lo quería, en secreto. Él era muy simpático, alegre, inteligente y tenía muchas pretendientes, yo no quería competir con ellas como si fuera un concurso, hasta que un día, hace tres meses…
- Sigue, ¿qué pasó?
- Me buscó en el parque, se paró frente a mí y me dijo:
- Te quiero… - A mí se me hizo un nudo en la garganta, la emoción no me dejó hablar, pero él continuó:
- Te quiero decir algo… Mis ilusiones quedaron hechas trizas, me quedé helada, había interpretado mal sus palabras, pero continuó:
- Te quiero decir que te amo… Volví a ilusionarme, como una tonta, empezaba a alegrarme cuando continuó:
- Te quiero decir que te ha… mordido una araña. Era una broma demasiado cruel. Solté las lágrimas y empecé a golpearle el pecho. El me abrazó para que no lo siguiera golpeando, hasta que me calmé. Tomó mi cara entre sus manos y me besó. A mí se me doblaron las rodillas.
- Perdona Mari, la araña era una broma pero el “te amo” es muy en serio. ¿Quieres ser mi enamorada? - No le contesté, solamente lo abracé y lo besé. Ahora que me doy cuenta, nunca le dije que sí. Caminamos por el parque cogidos de la cintura, cuando un perrito “Yorky” vino a frotarse en mis piernas.
- ¡Qué lindo! – dije y lo alcé para acariciarlo. – Te prometo que voy a regalarte uno igual para que me perdones la mala broma que te hice – me dijo.
……………………………………………………
- Entonces todo cuadra. Quería comprarte la mascota, por eso está la propaganda de la tienda de mascotas en su correo, por eso se despidió de Eduardo y fue… ¿dónde iría? ¡Claro, a la tienda de mascotas!
- Espera José, la semana pasada nos fuimos a comprar a Larco con Jeshu, y estoy recordando que se paró a conversar con un fulano que vendía unos cachorros. En el momento no le di importancia, pero ahora…
- Ahora tenemos dos buenas pistas. La tienda de mascotas y el tipo de Larco. ¿Qué les parece? Pedro, Lorena y Carlos van a la tienda de mascotas y Katy, José, Jaime y yo vamos a Larco. Nos reunimos acá, después de almuerzo, a las 2, ¿OK?
- OK. Y no se olviden prender su celular.
……………………………………………………
Carlos, Pedro y Lorena buscaron en las tiendas de mascotas. Preguntaron -mostrando su foto- si lo habían visto hace tres días, a los dependientes, clientes, vendedores ambulantes cercanos, guardianes, pero nadie dio razón.
Malú, Katy, José y Jaime fueron a Larco, mostrando la foto y preguntando si lo habían visto o a un tipo que vendía cachorritos. Tras dos horas de búsqueda infructuosa, se sentaron en una mesa de la acera, a sorber un helado. Estaban decepcionados, silenciosos.
- ¿No tiene una monedita para ayudarme? Mis hermanitos están sin comer. Una chiquilla de unos nueve años, rotosa pero pulcra, extendía la mano pidiendo una limosna.
- No, no hay nada, vete o llamo al mozo a que te saque.
- No seas cruel, Jaime – intervino Malú – una “china” no te va a hacer más pobre.
- No es por eso. Lo que pasa es que hay demasiados mendigos que engañan a la gente, se aprovechan de su generosidad. Hasta se alquilan bebes para despertar compasión. Saca tu cuenta, ¿cuánto crees que saca esta mocosa al día? ¿Cincuenta soles?, ¿Cien soles? Si estos mendigos ganan más que un profesor. No hay que dejarse estafar.
- Toma niña – y le dio un sol – prefiero ser estafada a negar un pan a quien me lo pide.
La niña cogió el sol y se iba a retirar, cuando vio la foto de Jesús que habían dejado sobre la mesa.
- Yo conozco a este señor – dijo – señalando la foto con el índice. Los cuatro se incorporaron interesados.
- Cuéntame, ¿cómo lo conoces?, Malú tomo la palabra.
- Siempre que pasa por aquí, me da una moneda, por eso lo quiero.
- ¿Cuándo lo has visto?
- Hace tres días.
- ¡Qué estaba haciendo?, ¿Con quién estaba?
- Estaba con un señor, que le dijo unas palabras y se lo llevó en su carro. Parecía muy preocupado.
- ¿Conoces al señor que lo llevó?
- No, no lo conozco.
- ¿Cómo era su carro?
- Ah, su carro, si lo conozco. Es un carro grande, rojo. Una señora viene en ese carro casi todas las tardes a tomar café y se sienta en esa mesa.
- ¿Podías reconocer el carro, o a la señora?
- ¡Claro! La señora es muy mala, como el joven – señaló a Jaime – siempre me está botando. Y el carro tiene una raya que yo le hice con un clavo.
- Mira, te vas a quedar con nosotros. Toma diez soles. Siéntate aquí. Cuando llegue el carro o la señora, me avisas, sin que se dé cuenta.
Pidieron unos helados para la niña, después un queque. Esperaron impacientes. Una hora después llegó una 4x4 roja, con una rayadura en el guardafangos, y descendió una pareja, se sentaron en el interior del café y llamaron al mozo.
- A ese tipo lo he visto en alguna parte, - dijo Katy.
- ¡Claro! – dijo Jaime. Es Reynaldo Salas, detective, trabaja con mi hermano. La tipa es su mujer.
- ¡Un tira! ¡Qué suerte! Vamos a preguntarle.
- Tranquilo, no te muevas. Nada de suerte. Cuando le pregunté a mi hermano si sabían algo del secuestro dijo que nada, y él estaba allí. Es uno de los que investigan el caso. Si le creemos a la chiquita (yo si le creo), Reynaldo es el último que vio a Jeshu, antes de que se pierda. Y se lo llevó con él. Algo huele mal.
- Tienes razón. Ahora hay muchos policías corruptos – terció José. Katy estaba asustada.
- Oigan chicos, la cosa está que arde. Citen al resto a reunión en la cueva para dentro de media hora. Chau, chau, chau, los espero.
…………………………………………………….
- Bueno, ya Katy les contó las novedades. Parece que hay algo con el detective Reynaldo nosequé.
- Salas, Malú, Reynaldo Salas – interrumpió Jaime. – Hablé con mi hermano y no me creyó, pero dice que va a investigar por lo bajo. También hablé con mi cuñado, el tiene un taxi con rastreador satelital, un GPS, ustedes saben…
- Y ¿qué tiene que ver tu cuñado con esto?
- Es que pensé que si Reynaldo secuestró a Jeshu, esta noche debe ir a verlo. Si le ponemos un rastreador a su carro podemos ver en la computadora como se mueve y adonde va.
- Pero ¿cómo le pondremos el rastreador?
- Es bien fácil. Tiene un imán poderoso que se pega a un metal debajo del carro y se puede asegurar con cinta de embalar o de tuberías, esa cinta adhesiva ancha que están vendiendo en los supermercados. Es muy resistente.
- ¿Y quién le pone el cascabel al gato? ¿Cuándo y dónde?
- Ya pensé en todo. Los tiras estacionan sus carros en el garaje que está a la vuelta de la Comisaría. Yo puede ir con Malú, para no despertar sospechas, como buscando algo en el auto de mi hermano. Malú hace de campana, para avisar si viene alguien, mientras yo instalo el rastreador. ¡Ah, todo con una condición! Mi cuñado dice que si perdemos su rastreador tenemos que pagarle doscientos dólares, que es lo que cuesta. Él va a estar en la computadora de la Central de Seguimiento de la empresa que le da servicio de rastreo. Desde allí, va a ver el desplazamiento y destino de la 4x4.
- Me parece un plan chévere. ¿Lo aprobamos?
Un sí, unánime. Jaime, anticipándose, ya traía el rastreador y la cinta adhesiva en el bolsillo y se puso de acuerdo con Malú para, sobre la marcha (era las siete de la noche y los tiras trabajaban hasta las ocho) instalar el aparato. Se despidieron, prometiéndose ponerse en contacto ante cualquiera novedad.
A las once de la noche sonó el celular de Malú.
- Aló Jaime, ¿qué pasó?
- Eureka. Ya lo tenemos, mejor dicho, mi cuñado ya me dio la dirección donde se quedó la camioneta, pero va a seguir vigilando toda la noche por si acaso salga. Él nos avisa.
- Chévere. Oye, mañana es lunes, pero no hay colegio para nosotros ¿Correcto?
- Correcto, jefa.
- Voy a avisar a todos: nos vemos en el parque a las 9, frente a la iglesia. Chau.
………………………………………………
Se reunieron puntuales. No sabían exactamente cuál era el número de la casa donde estaba la camioneta, solo que estaba a más o menos treinta metros de la esquina. El tira Reynaldo entraba a trabajar a las 8, así que no debería estar en la casa. Katy con José y Pedro con Lorena harían de “campanas” para avisar de cualquier peligro, mediante los celulares; simularían ser pareja de enamorados conversando en ambas esquinas, para no despertar sospechas. Malú, Carlos y Jaime indagarían con los vecinos. Armando, el cuñado de Jaime que ya se había integrado al equipo, los llevó en su taxi y los esperaría hasta que termine la misión.
Los “campanas” se colocaron en las esquinas. En una de ellas había una caseta de madera con un guachimán.
- Señor, por favor. Estamos buscando a un pata que tiene una 4x4 roja, nos debe plata. Sabemos que vive en esta cuadra pero no sabemos el número.
- ¿Una 4x4 roja? Ah, debe ser el tira que se mudó la semana pasada. Su casa es el 2542.
- Muchas gracias. Hasta luego.
Conversaron hasta ponerse de acuerdo. Buscarían de ganarse la confianza de los vecinos del 2440 y el 2444 para investigar al máximo. El vecino del 2440, los votó de mala manera, acusándolos de ladrones. Con el siguiente cambiaron de táctica.
- Sí, que desea – una voz de mujer por el intercomunicador, contestando al timbrazo.
- Señora, somos alumnos del Colegio Americano y nos han dado como tarea hacer una entrevista a una ama de casa. Quisiéramos conversar con usted.
- Un momento.
Una señora de unos sesenta años, con cara bondadosa, abrió una ventanita, después de ver sus uniformes y sus caras de buenos muchachos, los hizo pasar a la sala, donde tomaron asiento.
La señora los trató con mucho cariño, les invitó un tecito y unos panecillos que ella misma hacía, les preguntó por su colegio y, ya entrados en confianza, les dijo: - Bueno, ahora que nos conocemos, hablen ustedes, ¿Para qué es esta entrevista?
Ahí fue cuando Malú, con lágrimas en los ojos, le contó toda la historia. Sí, efectivamente había visto al vecino y su señora salir en una camioneta roja, recién estaban viviendo en la casa de al lado hace una semana. No había visto nada sospechoso. Desde su dormitorio se podía ver el jardín de su vecino, pero no había visto nada. Sin embargo los hizo recorrer la casa y les contó que en esa manzana las casas eran construidas en serie. Garaje con puerta levadiza y patio delantero, sala, comedor, cocina y baño en el primer piso y en el segundo piso: tres dormitorios con ventanas, dos al jardín posterior y una a la calle, además un patio lavandería con cuarto y baño de servicio.
La señora estaba emocionada. Había leído la noticia del secuestro y ahora estos jóvenes venían a poner un poco de suspenso en su aburrida vida. Quería ayudarles sea como sea.
- Si lo tienen secuestrado acá, tiene que ser en uno de los dormitorios, posiblemente en uno que dé al jardín posterior – dijo Malú – ¿cómo podríamos averiguarlo?
- El año pasado estaba planchando y me quedé dormida sin desenchufar la plancha – dijo la señora – Me desperté con unos gritos y me di un susto tremendo. Vi por la ventana la cara de don Paco que me hacía señas y me gritaba. La plancha caliente había quemado la tabla del planchador, haciéndole un hueco, y estaba quemando el piso de parquet. Una nube de humo negro salía por la ventana. Los vecinos, cuando vieron y olieron el humo, creyeron que se estaba incendiando la casa y me tocaron el timbre, pero yo no escuche nada, oigo solo por el oído izquierdo y cuando me duermo de ese lado no me despierta nadie. Desenchufé la plancha, eche agua y limpié todo. Por supuesto que le di las gracias a don Paco. Ese hombre era un amor. Desgraciadamente se mudó y miren que nuevo vecino tengo, de repente es un secuestrador.
- Y ¿cómo pudo don Paco asomarse a la ventana?
- Miren, las ventanas llegan hasta el cielo raso, son veinte centímetros de techo, así que se echó en la terraza, se agarró bien, se inclinó y ¡ ya está!
- Y ¿cómo se sube al techo?
- Cuando vinieron a instalar la terma, salieron a la terracita y pusieron una escalera. Así subieron al techo.
- ¿Quién se anima? – preguntó la señora.
- Yo iré contestó Malú.
- No, tú eres mujer, déjame a mí que tengo más fuerza.
- Ni hablar. Yo peso menos y soy más ágil. Además, quiero ir.
- Bien, Malú, pero ten mucho cuidado. Quítate los zapatos, que no oigan tus pasos. Asoma la cabeza por la ventana poco a poco y sin hacer ruido. Cuidado que te vean. Yo subo contigo para agarrarte de los pies, no te vayas a ir de cabeza.
Malú y Jaime subieron al techo. Se ubicaron silenciosamente y Malú se tiró al borde doblándose a la ventana, cogida de los pies por Jaime. Metió la mano al bolsillo trasero de su jean y sacó su celular. Tomó unas fotos y le hizo una señal a Jaime para que la suba.
- ¿Y?
- Está allí, pero está vigilado. Hay un hombre sentado en una silla frente a él. Felizmente estaba dormido. Jesús está con las manos amarradas a la cabecera del catre y los pies atados. También está amordazado y vendado. No me ha visto. He tomado unas fotos.
- ¡Qué bien! Con eso podré convencer a mi hermano de que Reynaldo es un policía corrupto y es el secuestrador. A ver las fotos…
La señora se emocionó. – Digan en qué más puedo ayudarlos, hijitos.
- ¿Señora, podríamos llamar a otros amigos a que nos ayuden? Tenemos que decidir qué vamos a hacer.
- Háganse cuenta que esta casa es suya. Yo voy a prepararles unos bocaditos. ¿Cuántos son?
- Aló, Katy, ¡Eureka! Avisa al resto y vengan todos al 2444, la casa verde. Disimulen para no despertar sospechas, yo los esperaré en la puerta.
Era la una de la tarde y la señora les invitó un almuerzo ligero, en la mesa se integró al grupo.
- - Ahora muchachos ¿qué piensan hacer?
- Lo primero que tenemos que hacer es avisar a la policía, – dijo Jaime – nosotros no podemos hacer más.
- Pero Reynaldo y sabe Dios cuántos más están metidos en el secuestro. Son capaces de hacer algo desesperado si se enteran. Imagínate, si uno de ellos llama por su celular y ordena que maten a Jeshu o que se lo lleven a otra parte.
- Acabo de recibir una llamada de mis padres. Los secuestradores le han dicho que si no reciben antes de las cinco de la tarde 100,000 dólares, lo matan. Están desesperados. No tenemos de donde sacar tanta plata ni tiempo para buscarla. No les quise decir nada para no estropear nuestros planes, pero creo que nosotros tenemos que rescatarlo.
- Yo estoy de acuerdo contigo Viky. ¡Hagamos el un plan, organicémonos!.
- Creo que se equivocan chicas, pero las apoyo. De todas maneras, voy a hablar con mi hermano para que nos ayude personalmente.
- Díganme si me engaño – intervino – Armando, el chofer del grupo, - esto que se ve en la foto, ¿no son ketes?
- Miraron las fotos que había tomado Malú con su celular. Efectivamente, en una mesita, al costado de la silla donde dormía el secuestrador, se veían dos papeles doblados como bolsitas de drogas, los famosos ketes.
- Tengo una idea - dijo Armando - ¿por qué no drogamos al vigilante? Yo sé donde conseguir droga, le ponemos unos ketes de más y con toda seguridad se los jala hasta quedar hecho.
- Como yo soy la más chiquita, miramos con el espejo y cuando el vigilante salga me bajan por la ventana, pongo los ketes donde los pueda encontrar y listo.
- No Katy, esto es cosa de hombres. Es muy peligroso.
- Los hombres son muy torpes y grandazos. La ventana es pequeña, como para que yo pase. Además yo soy su hermana y quiero participar más.

La moción quedó aprobada. Reunieron cincuenta soles entre todos (la señora puso diez) y le encargaron a Armando que vaya a comprar la droga.

- ¡Ah! Apresúrate y no te olvides de traer tu cable de remolque para bajar por la ventana, tenemos que colocar los ketes cerca del vigilante, lo más pronto posible.
………………………………………….
- Mi Comandante, quiero decirle algo muy delicado, ¿Si pudiera ser en su despacho?
- Vamos, hijo. Está bien, – cerró la puerta - ¿de qué se trata?
- Un grupo de compañeros de colegio del joven secuestrado, entre los que está mi hermano Jaime, se pusieron a investigar por su cuenta, a pesar de que les prohibí hacerlo. Encontraron a la persona que se llevó a Jesús el jueves en la tarde, seguramente con engaños. Así mismo, el sitio donde lo tienen encerrado. No les creí, pero hice averiguaciones que confirman lo que dicen. Además, mi hermano Jaime, no sé cómo ni de dónde, me ha traído un celular con fotos del secuestrado amordazado y junto a él está uno de la banda, que lo custodia
- ¿Qué? No puede ser, pero si he puesto a mis mejores hombres a investigar el secuestro y nadie me ha traído ni siquiera una pista. A ver las fotos. Si… él es… y éste… ¡Es Pérez, uno de los nuestros que estaba de permiso…!
- Sí comandante. Y uno de los que están a cargo de la investigación, Reinaldo Salas, es el cabecilla - El otro es Gómez, pareja de Salas. La mujer de Salas, también está implicada.
Tomó el intercomunicador:
- Sargento, que el Teniente Salas y el sargento Gómez se apersonen inmediatamente a mi despacho – estaba enojadísimo - ¡Dios mío! En mi propio equipo, ¡qué corrupción! Usted, queda a cargo de la operación, reúna a su gente y …
- ¡Mi comandante! Transmití su orden, pero el Teniente Salas y el Sargento Gómez salieron corriendo, subieron a la camioneta del Teniente y se las picaron…
- ¡Mierda! Aquí hasta las paredes tienen orejas. Teniente Baez, encárguese de la operación rescate. Inmediatamente, reúna a su gente y procuren alcanzar al desgraciado ese. Me preocupa que quiera deshacerse del muchacho. ¡Vamos, corra!
- A la orden, Comandante.
……………………………………………………
- Aló, la paloma ha dejado su nido.
- Comprendido, comenzamos el rescate. Avisen si regresa, cambio y corto.
La mujer había salido. Los campanas estaban atentos.
El vigilante se sentó frente a su víctima, levantó “El Trome” para enterarse de los últimos escándalos de la farándula y cayeron cuatro ketes. Incrédulo, abrió uno de ellos, se mojó el dedo con saliva, lo introdujo en la nieve y probó. Dio su visto bueno con una sonrisa de satisfacción, alisó el periódico, vació sobre él la droga, con un billete de diez soles formó unas líneas y aspiró, larga, profundamente, se reclinó como adormecido. En un rincón alto de la ventana había un pequeño espejo.
Malú colgada del techo, observaba con el espejo sin ser vista. Un cuarto de hora después, el guardián abrió los ojos y se movió pesadamente. Ya estaba medio drogado, y así, sacó de su bolsillo otro kete y repitió la operación anterior. Esta vez el efecto fue mayor; al minuto resbaló de la silla y cayo tendido en el piso son una sonrisa angelical ¿?.
Malú dio la señal y la descolgaron hasta que pudo entrar por la ventana. Sacó el lazo de la pierna y fue donde Jesús, con tanto apuro que cayó sobre el durmiente. Éste siguió durmiendo. Está duro – se dijo - a éste no lo despierta ni un bombazo.
Le sacó la venda a Jeshu, con un dedo en los labios le indicó que no hablara. Trató de librar sus manos pero estaban bien sujetas con cinta adhesiva. Espera – voy buscar algo con que librarte, ¡Qué falla!
Abrió la puerta del dormitorio, cautelosamente. Caminó en punta de pies, sin zapatos, a pesar de que sabía que no había nadie más en la casa. Fue a la cocina y tomó un cuchillo, estaba saliendo y tuvo una idea. Cerró las ventanas y, de un tajo, cortó la manguera del gas. Salió y cerró la puerta.
Liberó a Jesús y lo llevó a la ventana.
- Apúrense, que la mujer está regresando.
Subió Jesús, luego Malú, mientras se escuchaban sirenas de la policía y el chirriar de una brusca frenada frente a la casa. La mujer abrió la puerta, al mismo tiempo que se abría la puerta levadiza y entraba la camioneta. Mientras se cerraba la puerta llegó la policía.
Entrégate, Reynaldo, estás rodeado. Reynaldo contestó del garaje con una ráfaga de balas que atravesaron la puerta sin herir a nadie. La mujer lo jaló de un brazo y lo metió a la casa. Gómez, que había entrado antes, apuntó cuidadosamente con su pistola, tratando de herir a quien estuviera tras la puerta. La mujer aspiró, olió el gas.
- ¡No dispares, Gómez, no…! Demasiado tarde, Gómez disparó y todo el gas acumulado explotó. Volaron los vidrios de la ventana, las puertas, y empezó a salir humo.
- Aló, Jaime, ¿qué pasa? ¿dónde estás?
- Estamos en la casa de al lado, con Jeshu. Lo sacamos unos minutos antes de que lleguen los hampones y la policía. Oye no te olvides de recuperar el GPS. ¿OK?
- Llamen a los bomberos y a la ambulancia. Entren a la casa y saquen los cuerpos. No se preocupen por el rehén, está a salvo. Ustedes dos, acompáñenme a la otra casa.
……………………………………………..
- Los he reunido para decirles que estoy muy contento porque se ha liberado al muchacho sin daños. Estoy muy triste, porque tengo bajo mi mando una partida de inútiles, que no supo cómo resolver el caso y llegó a la escena sólo para recoger los laureles. Es reconfortante saber que, entre las familias que cuidamos, hay siete valientes e inteligentes muchachos que han hecho solos toda la faena. Me han pedido que no los mencione y les ordeno que ustedes tampoco lo hagan. Los periodistas están afuera, esperándonos. Ya saben la historia que van a contar: ustedes son los héroes, descubrieron a la banda y rescataron al muchacho, y para que no se alegren mucho, una más. Una colecta voluntaria, donde cada uno va a poner obligatoriamente diez soles, para darles una comidita a los 7 valientes que les han hecho la tarea. ¡Rompan filas!
………………………………………………………..
Más de cien personas con vinchas o brazaletes amarillos, una vela encendida en la mano, coreaban a voz en cuello: ¡Liberen a Jesús!, ¡Liberen a Jesús!, ¡Liberen a Jesús!. Otras, con pancartas o imágenes de un joven estudiante, daban vueltas frente a la iglesia, en el parque municipal.
Una ambulancia se metió al centro de la multitud. Se abrieron las puertas y salió Jesús, de la mano de Marilú. Se hizo el silencio. Asombro. Alegría general. Muchos lloraban, otros aplaudían, otros coreaban ¡Jesús!, ¡Jesús!, ¡Jesús! Una viejita se acercó a la ambulancia gritando ¡Milagro! ¡Milagro! Jesús gritó:
- Amigos, estoy muy emocionado, y agradecido. Los quiero mucho.
Entraron a la ambulancia, que continuó su marcha, mientras se desataba una verdadera fiesta en el parque. Malú se apretó contra Jeshu:
- He tenido tanto miedo estos días.
- Ya pasó todo, Mariluz (la llamaba así solo en momentos especiales).
Malú se echó a llorar.
…………………………………………….
(También la felicidad nos hace llorar)

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