La historia de Agar
- Cálmate Roxana, serénate por favor, - decía Carmen a su amiga que lloraba
desconsolada sobre su hombro - ¿qué te sucede, por qué ese llanto? Vamos, yo soy tu amiga de toda la vida, ¿no
me vas a contar lo que está pasando?
Habían sido amigas desde la infancia, vivieron en el mismo barrio, habían
estudiado su primaria y secundaria juntas. Carmen estudió para Arquitecta y
luego se casó con un antiguo compañero de colegio, del cual estaba
divorciada. Roxana se hizo Maestra y se casó con Pedro,
próspero empresario.
- Mi matrimonio es un fracaso - dijo Roxana - tú sabes cómo quiere Pedro a
los niños y tenemos seis años de casados y no le puedo dar un hijo.
- Pero hija, eso puede solucionarse, consulta con médicos. Hay clínicas especializadas en infertilidad…
- Claro que hemos hecho eso y mucho más.
Hemos probado curanderos, medicina natural y tantas cosas.
- ¿No será tu marido el que está fallando?
- No, él se hizo exámenes de esperma
y está bien. Últimamente fuimos donde el
doctor Quiroz, que es mejor especialista en la materia y después de muchos
exámenes encontró que yo tenía ovario infantil y malformaciones físicas
internas y nunca podría concebir.
- Está bien, tranquilízate. Invítame
un té y vamos a conversar.
Se sentaron a la mesa y tomaron un “té franciscano” acompañado por
galletas, pancitos caseros, mermeladas, mantequilla, jamón y todos los enemigos
de la silueta femenina que se puede imaginar. Roxana estaba triste pero calmada
y Carmen trataba de animarla.
- Y Pedro, ¿qué opina, qué piensa hacer?
- Está desilusionado. No me dice
nada sobre eso pero yo sé que está muy afectado.
- ¿No han pensado en adoptar una criatura?
- Le dije a Pedro pero contestó que el soñaba con un hijo de su sangre para
hacerlo como él. Que el adoptar era como
jugar a la lotería, qué podíamos esperar de un niño si no sabíamos si era hijo
de una prostituta o de un delincuente, con cuántos defectos heredados podría
cargar.
- No, yo no creo en eso. La
educación familiar hace al individuo. Los
malos hábitos no se heredan.
- Yo también pienso en eso, pero Pedro no.
Conversaron largo rato sobre el asunto, luego quedaron ambas pensativas,
reflexionando sobre el caso.
- Tengo miedo que Pedro se busque otra mujer. Lo noto medio extraño, además está llegando
tarde a la casa con el pretexto del trabajo.
- Te voy a contar un secreto. Una
tarde recibí una llamada anónima contándome que mi esposo tenía una amante y
donde se iban a reunir. Fui a espiarlo
al lugar que me indicaron y lo vi muy cariñoso con su secretaria tomándose un
trago en un bar, luego los seguí hasta un motel donde entraron.
- ¡No te lo puedo creer! ¿Y tú qué
hiciste?
- No sabía qué hacer así que decidí tomarme un trago fuerte para cobrar
valor. Regresé al bar donde los vi, me
senté a la barra y pedí un coñac. Sin pensarlo dos veces, sequé la copa de un
solo trago. Me quedé sin aire, me estaba
quemando por dentro, se me salían las lágrimas.
Recuperé el aliento pero quedé llorando como una tonta. Un tipo bien
plantado, me ofreció su pañuelo para mi llanto y su pecho para esconder mi
vergüenza. Luego me llevó a su mesa,
pidió un café bien cargado, y esperó hasta que me tranquilizara. ¡Qué roche, Dios mío! La intuición me dijo que era un buen hombre y
como yo estaba tan dolida, él era tan
serio, parecía tan confiable y yo necesitaba desahogarme, le conté todo. Nos
hicimos amigos de inmediato.
- Yo soy tu mejor amiga y no me dijiste nada. Cuéntame toda la historia.
- Algún día te la contaré, ahora solo necesitas saber que en ese momento me
sentía la mujer más desdichada de la tierra, pero mi amigo me ayudó mucho a
tomar una buena decisión.
- ¿Tú crees que podrá resolver mi problema?
- Resolvió el mío. Es un tipo muy inteligente y muy bueno. Por lo menos tendremos algunos consejos. Deja todo en mis manos, voy a hablarle y
después te cuento.
Reynaldo era director y actor de teatro y regresaba cansado del
trabajo. Estaba montando una obra
teatral lo que implicaba hacer el “casting”, revisar la adaptación del guión,
buscar y seleccionar el vestuario,
dirigir los diseños de escenarios, hacer y dirigir las pruebas, desde
las 8 de la mañana. Era las 9 de la noche y no pudo más, tenía que buscarse un
ayudante. Cerró el teatro y regresaba a
casa manejando su carro cuando paró ante una luz roja. Una muchacha de unos 18 años, vestida con
sencillez, se acercó a la ventana de su auto y le preguntó:
- Señor, ¿quiere sexo?
Se sintió impactado por el hecho. La
miró sorprendido pero no, el no era del sexo callejero. Pero algo no funcionaba
en la escena. Estaba desconcertado. Sin embargo
abrió la puerta del coche e hizo subir a la chica.
- ¿Cuánto cobras?
- No sé, señor. Lo que le parezca.
Inmediatamente captó el sentido de la escena. La pregunta era solo para probar su
presunción. No era una prostituta. En su rostro se notaba temor.
- Primero acompáñame a comer. Estoy
hambriento.
La llevó a un restaurante elegante, estacionó su coche y le abrió la puerta
para que baje. Manejó la situación como un caballero, con gran delicadeza. Pidió una mesa y jaló la silla para que se
siente. Se sentó frente a ella y llamó
al mozo que vino con las cartas. Ella
estaba atónita. Nunca la habían tratado
con tanta deferencia.
- ¿Qué quieres comer y tomar?
- No sé señor. Usted nomás pida.
Él ya se había hecho una idea de los hechos: una muchacha, casi niña,
pobre, pobrísima, hambrienta, desesperada, con problemas, había salido a
conseguir dinero vendiendo su cuerpo, probablemente por primera vez, porque no
veía otra salida a su situación.
- Para mí una lasaña a la boloñesa y una media botella de Fond de Cave
tinto. Para la señorita una sopa a la
minuta y un churrasco montado con papas fritas.
Dos cocacolas y al final dos cafés americanos cargados.
El comió sin prestar mayor atención a la chica salvo para invitarle una
copa de vino. Ella, al principio comía
tímidamente, luego con avidez dejando los platos limpios. Al café comenzó la conversación.
- ¿Cómo te llamas?
- Teresa
- Esta es tu primera vez, ¿no?
- Sí.
- ¿Por qué lo haces?
- Necesito dinero.
- ¿Por qué no trabajas?
- He buscado trabajo pero nadie quiere contratarme. Mi mamá botó de la casa a mi padrastro porque intentó violarme. Mamá se ha puesto muy enferma y no tengo con
que comprar las medicinas. Mis hermanitos están hambrientos. Hoy no hemos
comido.
- ¿Cuántos años tienes?
- Diecinueve
- ¿Qué sabes hacer?
- Estudié mecanografía, soy buena con los números.
- Mira Teresa, estoy con suerte.
Justo estaba necesitando una chica como tú para asistente. Te voy a dar mi tarjeta para que mañana te
presentes a las 8 de la mañana al trabajo. Allí está mi nombre, dirección y
teléfono.
La llevó a una farmacia donde compró los remedios para la madre enferma,
pasando por una pollería, compró dos pollos a la brasa con papas y gaseosas
para la familia y la llevó a su casa. Se
aseguró de que los niños coman (tuvieron que despertarlos) y que la madre
(agradecida) tome sus remedios.
Teresa salió a la puerta a despedirlo. Lloraba silenciosamente.
Reynaldo era un hombre bueno por naturaleza y
daba gracias a Dios el haberle dado la oportunidad de ser generoso.
Seis meses después Teresa era una persona importante en el teatro. Había organizado la oficina de Reynaldo,
llevaba la biblioteca, administraba los contratos, llevaba la planilla del personal, organizaba
los casting, llevaba la labor secretarial y aún se daba tiempo para interpretar
pequeños papeles. Era el factótum del
teatro.
- Señor Reynaldo, una llamada por teléfono.
- ¿Quién es?
- Dijo ser la señora Carmen
- Aló…
- Aló, ¿Reynaldo?
- ¡Hola Carmen, que alegría escucharte! ¡Qué sorpresa! Hace más de un año
que no nos vemos. ¿Cómo te va?
- A mí me va de maravilla, pero tengo una amiga que tiene un grave
problema: su marido está por sacarle la vuelta y su matrimonio se está yendo al
agua. Pensé en ti, es tu especialidad…
¿O no te acuerdas cuando me diste esos pícaros consejos…?
- ¡Ja, ja, ja…! No bromees.
- Invítame a almorzar que quiero contártelo todo.
- De acuerdo. En el Cordano, dentro
de dos horas, ¿te parece?
- Claro, ahí nos vemos. Chau.
Se encontraron en el Cordano, se abrazaron y besaron con cariño, como
amigos que se ven después de mucho tiempo.
Tomaron una mesa, pidieron sus platos y entablaron una amena
conversación contándose sus vidas. Al
café, comenzó la historia.
- Roxana, mi amiga casada con Pedro, un buen hombre pero débil, está
desesperada. Levan seis años de casados
y han descubierto que Roxana tiene ovario infantil, no desarrollado y no puede
tener hijos. A Pedro le encantan los
niños y sufre mucho por la infertilidad de Roxana. ¿Qué se puede hacer?
- ¡Vaya, pues que adopten un crío!
- Pedro sueña que sea de su sangre y teme lo peor de un niño de padres
desconocidos, tú sabes, los genes…
- Oye, tú sabes que no me gusta dar consejos. Lo más que puedo hacer es darles algunas
posibles salidas, pero no sin conocerlos,
¿por qué no hacemos una cosa?
- Toma tres entradas. Invita al
teatro a Pedro y Roxana. El viernes
estrenamos una obra. Después de la
función hay una pequeña celebración de estreno, allí nos encontramos. Yo soy un amigo tuyo, me conociste en el club
de teatro de la Universidad. Yo voy a
estar con mi ayudante, Teresa, una chica muy buena y muy formal, mi mano
derecha.
- Bueno, me tengo que ir. Se está haciendo tarde y se acerca la hora de
salida del colegio de los niños.
Se despidieron con un beso ligero, tierno, y
una sonrisa cómplice, como recordando una aventura lejana.
La obra fue un éxito y también marcó el debut de Teresa en un papel
secundario. En el “vino de estreno”, en
la sala de recepciones del teatro, se encontraron Carmen, Roxana y Pedro con
Reynaldo y Teresa.
- Les voy a presentar a mi amigo Reynaldo, que ha dirigido la obra además
de ser el actor principal. Nos conocimos
en el Club de Teatro de la Universidad, hace muchos años.
Después de los saludos y sonrisas de rigor llegaron los comentarios a la
obra, las felicitaciones y se entabló una amena conversación entre los hombres.
- Déjenme el honor invitarles una
cena - interrumpió Reynaldo - a una cuadra de aquí está La Hacienda, buena
carne argentina y buen vino, ¿qué les parece?
- Encantadas - contestó Roxana que había hecho muy buenas migas con
Teresa.
Reynaldo y Teresa tenían un encanto especial y les cayeron muy bien . La conversación era amena y llegaron al tema
del día: el teatro.
- ¿Por qué te hiciste actor?
- Todos somos actores - propuso Reynaldo.
Lo que mostramos a los demás no es ciertamente lo que somos en
realidad. Aún con nuestras parejas y en
la mayor intimidad guardamos un espacio secreto al que no permitimos la entrada
a nadie. A veces algo feo o triste, un
deseo no satisfecho, una ambición no lograda.
- Se hizo el silencio. Cada uno
reflexionó sobre su “esqueleto bajo la escalera”, su secreto.
- Cuéntanos de tu trabajo - dijo Roxana rompiendo el incómodo
silencio. Cuál es tu siguiente obra.
- Estoy escribiendo un pequeño
drama.
- ¿Cómo se “fabrica” una novela? - intervino Carmen.
- Tiene que ser de actualidad para que tenga éxito - dijo Pedro.
- ¡Alto el fuego! - interrumpió Reynaldo - Poco a poco que para todos hay
respuestas. Voy a contestar todas sus
preguntas. Hay muchas formas de
“fabricar” una novela, o diciéndolo mejor: escribir un relato. Vamos a lo
clásico, por ejemplo, escojamos drama.
Otelo, un moro casado con Desdémona hija de un noble de Venecia, Yago,
alférez de Otelo, despierta sus celos acusando a Desdémona de engañarlo con
Casio, para lo cual le roba el pañuelo que Otelo había regalado a Desdémona y
se lo da a Casio. Al ver el pañuelo en
su poder, Otelo, ciego de celos va a la alcoba de ella y dramáticamente le
pregunta: “Has orado Desdémona”, tras lo cual saca su daga y la mata. Una amiga le descubre el engaño y Otelo
desesperado, se suicida.
- Bueno, conocemos el drama, pero ¿cómo así se escribió?
- Shakespeare escogió un tema universal y de todos los tiempos, de
actualidad, como diría Pedro: los celos. Puso un paisaje, Venecia con sus
bellos palacios y canales, ciudad cien por ciento romántica, puso personajes:
Desdémona noble veneciana, Otelo,
valiente moro defensor de Venecia, Yago, envidioso e intrigante soldado bajo sus órdenes, Casio
era su mejor amigo. Luego puso la trama, la intriga de Yago, los celos de Otelo
y la inocencia de Desdémona. Esto genera el desenlace: la muerte de Desdémona y
el suicidio de Otelo. Ya tenemos todos los componentes. El tiempo, el paisaje, los personajes, el
tema, la trama y el desenlace. Escojan
ustedes estos elementos y tendrán su novela.
- Eso me parece demasiado sencillo - opinó Carmen.
- Depende. Un buen escritor puede con muy pocos elementos Hacer una buena
obra, pero también puede requerir mucho estudio y recolección de
información. Si quiero escribir sobre el
pasado o lugares extraños, tengo que conocerlos bien, estudiarlos
exhaustivamente.
- ¿Cuánto tiempo se puede tardar para escribir un buen relato?
- Un año, un mes, una semana, unas horas, unos minutos… Depende.
- ¡Já! ¿Cómo puede ser en unos
minutos?
- El buen escritor es el que menos escribe, deja la mayor parte del relato
en manos del lector, para que él lo rellene, sugiera el desenlace. Por ejemplo, Antón Costas escribió el que
quizá sea el cuento más pequeño que exista: es de una sola línea, y dice así:
“Al despertar, el dinosaurio seguía allí.”
Los desafío a leerlo y tratar de entenderlo. A ver, cierren los ojos por
un minuto y piensen después de escucharlo: “Al despertar, el dinosaurio seguía
allí.”
Todos cerraron los ojos.
Roxana se imaginó una noche de pesadilla
pensando en su problema: “como darle un hijo a Pedro”. Imaginó su
despertar, Pedro durmiendo con los labios crispados en una mueca de pesar. Ese era su dinosaurio.
Pedro se imaginó soñando una noche de sexo con una mujer sin rostro pero
que le daría un hijo. Cuando despertó, Roxana
estaba allí, y la amaba y no quería traicionarla. Su problema era enorme, un dinosaurio.
Carmen pensó que después de un cansado día de trabajo, se echó en la cama a
jugar con sus hijos y se quedo dormida, al despertar, Barney, el dinosaurio
verde de peluche de sus hijos estaba allí y lo miraba risueño.
Teresa pensó que había encontrado un gran hombre que la había salvado
dándole trabajo, profesión, esperanzas. Era un gran hombre en su vida. De
repente pensó que todo lo que le había pasado en estos seis meses había sido un
sueño. Asustada abrió los ojos y lo vio
frente a ella, sonriendo. Dio un suspiro
de alivio, su dinosaurio aun estaba allí.
No quisieron enseñar sus “dinosaurios” pero bromearon entre ellos. Carmen
interrumpió el jolgorio para pedirle a Reynaldo, esta vez en serio, que les
adelante algo del libro que estaba escribiendo.

- Bueno, yo también he tomado un tema
clásico. Está ya escrito en la Biblia, lo que tengo que hacerle es un paisaje
conocido, personajes creíbles, un desenlace dramático y un final feliz. Se trata de la infertilidad de una
pareja. En la Biblia, Abraham, casado
con Sara, había sido notificado por Dios que tendría una gran descendencia,
pero a sus 86 años, no había logrado embarazar a Sara (en esa época se vivía
fácil hasta los 110 años). Sara estaba
consciente del gran problema que ocasionaba su infertilidad y como era una
mujer muy resuelta, encontró una solución.
Llevó a una de sus esclavas, la bella egipcia Agar ante Abraham y le
dijo: “Yo no puedo complacer tus
ambiciones pero toma a Agar, hazle un hijo que yo lo criaré como nuestro y con
él tendrás una gran descendencia”. Agar se postró ante Abraham y le dijo “Haz
de mí según tu voluntad”. Agar fue premiada con ofrendas y considerada como de
la familia. En el mundo actual, el drama
de infertilidad de parejas se puede solucionar felizmente con las adopciones,
los vientres o madres de alquiler, la fertilización “in vitro” y hasta con la
compra de niños. Si bien estos casos se prestan a excesos y abusos, entre gente
bien intencionada existen soluciones para todos los gustos. Esa es la historia que voy a “modernizar”.
Surgieron las preguntas, comentarios y opiniones, pero Roxana y Pedro
estaban silenciosos. La sobremesa
continuó. En algún momento Teresa pidió disculpas para ir al tocador de
damas, rato en el que aprovechó Carmen para preguntarle a Reynaldo:
- Di Reynaldo, de donde sacaste esa joyita, Teresa, tan dulce, sencilla,
inteligente.
- Nada que ver. Entre nosotros solo
hay un gran cariño y respeto. Respeto su
valor, su entereza, su sacrificio. Les
voy a contar su historia.
Y contó su aventura de seis meses atrás, el
esfuerzo de ella en el trabajo y como había logrado el respeto y admiración de
todo el elenco. Cuando regresó del
tocador, todos la miraban con cariño.
Así, entre risas y promesas de volver a reunirse, terminó esa noche.
- Aló, ¿Reynaldo?
- ¡Hola Carmen, que gusto de escucharte!
- El plan está funcionando. Pedro ya
mordió el anzuelo. Me llamó Roxana y me
contó que habían estado conversando largo y que tomaron una decisión: quieren
un vientre de alquiler. Su problema es
que no saben cómo buscar a la mujer apropiada.
Piensan que tú estás investigando el tema por lo de tu libro y has de
conocer el cómo se hace. Me pidieron que
te ruegue para tener una conversación a solas contigo.
- Justo como lo esperábamos. Diles
que acepto, podría ser este lunes en el café del teatro. Mi elenco descansa ese día, salvo
Teresa. A las 8 de la noche, así
podríamos aflojar las tensiones con una buena cena. Diles que participaría Teresa, que es de toda
mi confianza y que es quien podría encargarse de todas las cuestiones legales,
de trámites y de contactos.
- Creo que es muy buena idea lo de
Teresa. Les voy a hablar y te
confirmo. Un beso. Chau.
- Señor Reynaldo, ya llegaron Roxana y Pedro.
- ¡Ah! Muy bien. Acuérdate de lo que conversamos. Mucha discreción. Llévalos al café y ubíquense en un
reservado. Yo voy en unos minutos. Mientras, invítales un aperitivo y dales algo
de conversación para que se tranquilicen que han de estar sumamente nerviosos.
Después de cinco minutos, se presentó Reynaldo y tras los saludos de rigor
inició la conversación.
- Carmen me ha contado de su problema y que ustedes han decidido
afrontarlo.
- Así es Reynaldo - contestó Roxana - pero nosotros no sabemos mucho del
tema. Creemos que tú estás bien
informado por lo de tu libro.
- Bien, el asunto es así: El primer caso, cuando la mujer es infértil y no
puede gestar, se contrata con una la madre de alquiler, que es fertilizada por
inseminación artificial. El donante, en
este caso Pedro, guardaría su esperma enfriada la que se introduciría en
aparato reproductor de la madre de alquiler, en sus momentos de ovulación,
tantas veces como sea necesario para fertilizar su óvulo. El segundo caso es la fecundación in vitro.
Se requiere una donante del óvulo que sería fertilizado en una probeta de
laboratorio con el semen del padre y luego implantado en el aparato reproductor
de la madre de alquiler. Se utiliza generalmente cuando la esposa no puede
ovular y en muchos casos la donante es pariente cercana de la esposa para
confirmar la línea genética. El tercer
caso es cuando la esposa no puede mantener el embarazo, fertiliza su óvulo in
vitro con el semen del esposo y se implanta en la madre de alquiler. Por lo que me contó Carmen, ustedes están en
el primer caso, ¿cierto?
- Sí - contestó Roxana - pero, eso de congelar el semen, ¿no trae
consecuencias para el niño?
- No, que yo sepa. Claro que eso se
puede obviar si el esposo tiene relaciones sexuales con la madre de
alquiler. Esto requiere una madurez de
los esposos suficiente como para comprender y asegurarse que esta relación no
cree ningún vínculo emocional con la madre gestante. Generalmente las esposas
son celosas y no admiten esto, aunque hay algunas que superan este temor y
confían en el esposo.
Quedaron un rato silenciosos reflexionando, hasta que intervino Pedro.
- Y si la madre de alquiler quiere quitarme el niño, ¿qué se puede hacer?
- Primeramente, se ha de escoger una madre gestante de confianza y tienen
que firmar antes un contrato legal donde se especifique claramente las
condiciones y compromisos, para evitar que esto suceda.
- ¿Cómo saber que la madre de alquiler sea la adecuada?
- Antes tiene que pasar por evaluaciones sicológicas, médicas, de antecedentes familiares y la que
los padres crean necesarias. Conviene
que se conozcan, debido a que la madre de alquiler también tiene que dar su
aprobación.
- ¿Cuál es el costo de un alquiler de vientre?
- Muy variable. En Europa está
alrededor de los 60,000 euros, unos 100,000 dólares en Estados Unidos y hay
agencias especializadas en el negocio.
En esos países escasean los niños y la legislación al respecto está muy
avanzada. Aquí, abundan los niños para
adopción y el costo depende de que las partes se pongan de acuerdo. Pienso que unos 20 o 30 mil dólares serían
suficientes.
- Si no hay agencias de alquiler de vientres aquí, ¿cómo podríamos buscar
una madre de alquiler sin llamar la atención?
¿Quién más podría ayudarnos?
- La única persona que conozco que tiene la reserva necesaria y la
habilidad para manejar estos asuntos de búsqueda, de personas, entrevistas,
gestiones, es Teresa. La pongo a vuestra
disposición. Teresa, ¿aceptas esta nueva
carga de trabajo?
- Me da mucho gusto. Roxana, Pedro,
estoy a su disposición.
- ¡Ay Teresa, que buena que eres, muchas gracias! - contestó Roxana.
- ¿Cuándo comenzamos? - preguntó Pedro.
- Ya empezamos - contestó Teresa - déjenme hacer algunas averiguaciones y
contactos. Mañana los llamo.
- Roxana y yo, estamos muy agradecidos por habernos abierto los ojos,
hacernos afrontar nuestro problema y mostrarnos el camino. Les debemos mucho.
- Con Carmen vamos a coordinar para reunirnos nuevamente - dijo Roxana -
hace mucho que no nos divertimos tanto como en la noche del estreno.
Después de despedirse, la pareja se retiró
pensativa pero sonriente.
Avisos en los periódicos, en Internet.
Casting y entrevistas a las postulantes.
Búsquedas de antecedentes policiales y judiciales.
Búsquedas de antecedentes familiares.
Exámenes médicos y sicológicos.
Tres meses de intenso trajín, Teresa, Roxana y Pedro. Cuando Pedro aceptaba, Roxana no. O era Teresa que descubría alguna traba. Si algo bueno sucedió es la gran camaradería
que se creó entre Roxana, Pedro y Teresa.
Dejaron de buscar pero al sexto mes, Roxana invitó a Reynaldo a una
parrillada en el restaurante La Hacienda, donde comenzó la historia.
Estaban presente los mismos
personajes: Carmen, Roxana, Pedro, Reynaldo y Teresa.
- Carmen, Reynaldo, esta cena es
para celebrar un gran acontecimiento.
Tenemos una noticia bomba: vamos a tener un hijo.
Gran barullo. Carmen y Reynaldo abrazaron y besaron a la pareja.
- Un momento - interrumpió Roxana mirando a Teresa - ¿no felicitan a la
madre sustituta?
Gran silencio. Era una verdadera
sorpresa.
- Teresa, ¿de verdad, eres tú? - preguntó atónito Reynaldo.
- ¡Oh, querida, que grata sorpresa! - dijo Carmen mientras la abrazaba y
besaba - ¡No te lo puedes imaginar, qué alegría más grande me han dado!
- ¡Tienen que contarnos que ha pasado! - reclamó Carmen.
- Bueno, la historia es esta:
Conforme nos indicó Reynaldo, Pedro y yo nos reunimos con Teresa para
pensar en cómo resolver nuestro problema.
Nos consiguió libros sobre el tema, nos llevó a su parroquia para que el
Padre Tomás nos oyera y aconsejara, con
ella fuimos al sicólogo, luego donde médicos especializados, entramos en contacto con agencias extranjeras
(en el país no las hay) especializadas en conseguir madres sustitutas, pero elegimos el buscar nosotros a la persona
adecuada. Puso avisos en periódicos, en
la Internet y se presentaron muchas candidatas.
El trabajo de Teresa fue maravilloso y nos hicimos en esos meses muy
buenos amigos. Después de hacer los
“casting” a muchas candidatas no encontrábamos la adecuada.
- Pero Roxana, cuéntales ya como la encontramos - interrumpió Pedro.
- En ese tiempo conocimos a la familia de Teresa y también nos contó sus
ambiciones. Quería ser periodista, pero
la carrera es muy costosa y lo que ganaba no le alcanzaba ni siquiera para
educar bien a sus hermanos y atender a su madre enferma y nos dijo que
afrontaría cualquier sacrificio para sacar a sus hermanos adelante. Para nosotros era la madre sustituta perfecta, pero ella, ¿cómo lo tomaría?
- Me tomó de sorpresa - continuó Teresa - pero después de pensar durante
una semana, comprendí que no había nada de malo en ello y que tendría el valor
de separarme de mi hijo sabiendo en que buenas manos estaría y que haría feliz
a mis amigos.
- Teresa no quiso firmar ningún contrato, y la comprendemos - dijo Pedro -
La verdad es que hemos congeniado tanto con ella que ya es como una hermana.
- Nos pusimos en manos de un buen médico y al tercer mes, el día de ayer,
nos confirmó la noticia: Teresa estaba gestando.
La cena transcurrió con mucha alegría y brindis por la magnífica
noticia. Y esa fue la última vez que se
reunieron todos ellos. Roxana y Pedro se
trasladaron a Arequipa por motivos de trabajo, pero llevaron a Teresa para
atenderla los últimos meses del parto.
Una jueza, sobrina de Pedro arregló todos los papeles legales, Teresa
regresó a Lima, entró a la Universidad y logró recibirse de abogada.
Quince años después, Carmen y Reynaldo recibieron una sorpresa: Pedro y Roxana habían vuelto a establecerse
en Lima y los invitaban a la
inauguración de su nueva casa. También iría Teresa que llevaba cinco años de
casada.
Cuando llegaron Carmen y Reynaldo a la casa, Pedro y Roxana, los recibieron
acompañados de su hijo.
- Este es nuestro hijo, Mario.
Abrazos, besos y felicitaciones. Los
amigos estaban muy felices de encontrarse después de tanto tiempo y la
presencia de Mario les recordaba los momentos penosos y felices que habían
pasado juntos.
Sonó el timbre, Roxana salió a la puerta y regresó acompañada de Teresa, su
marido y una linda chiquilla del porte de Mario.
- Es María Teresa, mi hija - aclaró Teresa - y Jorge es mi esposo.
Volvieron los abrazos, besos y saludos.
Carmen y Reynaldo sorprendidos por la familia de Teresa. No se habían enterado de que se había casado
ni de que tuviera una hija, que parecía…
- Quiero explicarles algo - habló Roxana interrumpiendo la algarabía - Esta
reunión tiene un doble propósito: el primero y menos importante es inaugurar
nuestra casa. El segundo es reunir a dos
familias, padres e hijos. Cuando
solucionamos mi problema de infertilidad con Teresa acordamos que su hijo, que
es también hijo de Pedro, quedaría con nosotros pero cuando descubrimos que
estaba gestando mellizos, acordamos que uno de ellos quedaría con Teresa, y así
fue. Mario es nuestro hijo y María Teresa, esa linda chiquilla que recién
conozco es hija de Teresa.
- Hace días nos reunimos con Teresa y Jorge - continuó Pedro - y decidimos
decirles toda la verdad a los chicos y así lo hicimos, por eso es que están así
de inquietos: están reconociéndose como hermanos y conociendo a su otra madre y
a su otro padre.
Efectivamente, Mario y María Teresa se habían retirado disimuladamente,
tomados de la mano, y conversaban animadamente.
Se les veían felices.
Y así, sin fricciones ni problemas, en forma civilizada y amorosa se cerró
una historia donde problemas humanos aparentemente insolubles, se arreglaron
por la buena voluntad y sentimientos de algunas personas.
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